lunes, 26 de mayo de 2014

Carmina y amén (Paco León, 2014)

No podía dejar de ver 'Carmina y amén.'. En primer lugar porque se lo debía a Paco León, ya que 'Carmina o revienta', la primera parte de esta saga familiar la vi online, gratis y por la cara, lo reconozco, meses después de su estreno, y me gustó mucho. Así que esta vez tenía ganas de ir al cine y contribuir con dinero contante y sonante al buen no, excelente cine independiente español. Película reconocida en la 17ª edición del Festival de Málaga Cine Español 2014 con la Biznaga de Plata a Mejor Guión para Paco León y la Biznaga de Plata a Mejor Actriz de Reparto para Yolanda Ramos... (sigue)



La prota absoluta de ambas películas, Carmina Barrios, es la madre de dos buenísimos actores que me encantan, los hermanos Paco y María León. El primero, irremediablemente identificado con el irreverente Luisma de 'Aída' y hace unos años también, en 'Homo Zapping', con sus desternillantes sketchs parodiando a Ane Igartiburu ("¡Hola corazones..."). La segunda, estupendísima en su papel de Pepi en 'La voz dormida' de Benito Zambrano, que ya comenté hace unos meses en este blog. Creo recordar haber leído (que alguien me corrija si no es así, por favor) que Carmina no tenía experiencia previa como actriz, al menos en plan profesional.
De hecho, no me extrañaría nada que se interpretara a sí misma y de ahí que su hijo decidiera, ex profeso, no cambiarle el nombre en estas dos películas que sin lugar a dudas encuentran su razón de ser en el mismísimo verismo de la cruda personalidad de este actrizón en estado puro que es 'la Barrios'. Quién sabe, tal vez en breve le suceda algo parecido a lo que vivió María Galiana (la abuela de 'Cuéntame', sólo por citar un ejemplo de su maestría), que menuda carrera ha recorrido ya la señora desde que hiciera sus pinitos en cine casi por casualidad.


Para mí, 'Carmina y amén.' es puro cine costumbrista del bueno. Los personajes son absolutamente verosímiles, al igual que los escenarios, los diálogos y tesituras varias que se van sucediendo sin aparente conexión entre sí. Pero aparte de reirme con ese desparpajo sevillano barriobajero y a la vez no exento de buenos modales y cordialidad si el momento lo requiere, lo que más me ha gustado de la película, y en ese aspecto me parece que supera a su precuela, ha sido el trasfondo tan humano con el que rezuma la historia, por dura que pueda llegar a ser por momentos, de principio a fin. Cada una de las ocurrencias de Carmina y de su hija, que parece también estar caracterizando a su propio yo cuando está alejada de los focos y puede ser ella misma, no teniendo que interpretar a la actriz comedida y bien hablada que se supone que tiene que ser para seguir triunfando, me hacían pensar que el sabor andaluz, con su crisol ancestral de culturas, es de lo mejor que tiene la España que se resiste a dejarse devorar por un europeísmo a menudo demasiado uniformizante y sofocante en nombre del progreso y el decoro biempensante, ojo, sin desmerecer otras culturas de la geografía ibérica y europea, que cada una tiene su gracia. Y yo, que no soy andaluz, pero que no me habría importado nada serlo, reivindico que esta frescura, sinceridad, descaro, sencillez, autenticidad, gracia innata y libertad de expresión en todo su esplendor son intrínsecas virtudes que deben permanecer a toda costa.


Y precisamente por todos estos elementos y a diferencia de la tan (exageradamente) loada 'Ocho apellidos vascos', Paco León logra, a conciencia, no caer en los topicazos y la caricatura. Su trabajo detrás de la cámara desprende amor y devoción por los cuatros costados. Carmina es de carne y hueso, toda ella. Y se nota. Por último, las últimas escenas del filme destacan especialmente por su belleza y precisión. Una joya. ¡No os la perdáis!