Nota: Bill Monroe, llamado el "padre del bluegrass" fundó en 1939 el grupo Blue Grass Boys, cuyo nombre era un homenaje a su estado natal, Kentucky. Este es el origen de la utilización del término para designar el estilo musical. El término no se popularizó en Estados Unidos hasta los años 1950, siendo conocido anteriormente como hillbilly. (Wikipedia)
La música, escrita y compuesta por Bjorn Eriksson (diría que algunas de las piezas son versiones de algunas canciones populares del género) es el punto de partida de este love story europeo, el origen del apasionado amor vivido por dos almas libres, podría decirse que gemelas, que un buen día se encuentran y se entregan el uno al otro de la única manera que saben vivir, con pasión. Fruto de su relación nace Maybelle, una preciosa niña cuya enfermedad, al cumplir los seis años, pronto pasa a ser el otro elemento determinante, el contrapeso de la película y desencadenante de todos los acontecimientos venideros.
La banda sonora, o mejor dicho, los instrumentos (guitarra, mandolina, banjo, violín y contrabajo) y las estupendas voces originales de Veerle Baetens y Johan Heldenbergh son los auténticos protagonistas de la película, los que a lo largo de la historia acompañan y vehiculan el estado de ánimo de Elise y Didier. A medida que se deteriora la salud de su hija y se desvanece la esperanza de su curación, ellos asisten impotentes al desmoronamiento de esa dicha idílica que juntos habían construido y que parecía indestructible. Una Elise que parece haberse hecho a sí misma y que quizás arrastra una infancia difícil, siente de pronto que el Universo la está castigando por haberse atrevido a vivir a su manera y lejos de los convencionalismos de la sociedad belga que les rodea.
La fragilidad de la felicidad y del amor, así como la presencia inexorable de la muerte y la tristeza en la existencia de todo ser humano se sincronizan a la perfección con las electrizantes imágenes y notas musicales de las actuaciones de Didier y su grupo, al que Elise aporta una sensibilidad y luz especiales, un toque de feminidad en un mundo de curtidos cowboys.
Los primeros planos de Veerle Baetens arriba, pero también fuera del escenario, son una verdadera oda a la poesía, la alegría, el dolor y la espiritualidad intrínsecos al camino de la Vida.
Si aún no la has visto... ¡No puedes dejar de disfrutarla!
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