August: Osage County (John Wells, 2013)
Lo de Meryl Streep es increíble. Sí, es una monstrua. Acumula nada más y nada menos que 28 nominaciones y 8 victorias en los premios Globos de Oro y el récord de nominaciones a los Óscars (18), aunque ‘solo’ haya logrado llevarse a casa la famosa estatuilla en tres ocasiones: ‘Kramer contra Kramer’ (1979), como actriz de reparto, ‘La decisión de Sophie’ (1982) y ‘La dama de hierro’ (2012), como mejor actriz. Sin duda hubiese merecido ganar en otras ocasiones, pero la competencia es siempre encarnizada y en esto de los premios solo puede haber un vencedor, nos guste o no el elegido. De hecho, el año en que ganó Meryl por 'La decisión de Sophie', bien podría haberlo ganado también Jessica Lange por su inolvidable caracterización como la indomable actriz de los años 30, Frances Farmer (que ya comentaré en otra ocasión). En apenas 15 días sabremos si Meryl iguala el récord hasta ahora imbatido de Katharine Hepburn (4 Óscars). Sin embargo, lo tiene difícil, ya que todas las quinielas apuntan como favorita a Cate Blanchett (que también me encanta) por 'Blue Jasmine' de Woody Allen, ya que está acaparando casi todos los premios de 2013, entre ellos los más prestigiosos, el Globo de Oro -drama- y el BAFTA). Además, Cate sólo tiene un Óscar como mejor actriz secundaria ('El aviador') y eso fue en 2004, y en cambio Meryl obtuvo su último Óscar hasta la fecha en 2011 por su genial caracterización de una Margaret Thatcher decrépita y enajenada. Dicho esto, y contra todo pronóstico, Meryl sigue siendo mi elección, se merece un cuarto Óscar: su histriónica interpretación como la amarga y dañina matriarca Violet Weston es, una vez más, un verdadero despliegue de toda su artillería como actriz dramática.
Lo de Meryl Streep es increíble. Sí, es una monstrua. Acumula nada más y nada menos que 28 nominaciones y 8 victorias en los premios Globos de Oro y el récord de nominaciones a los Óscars (18), aunque ‘solo’ haya logrado llevarse a casa la famosa estatuilla en tres ocasiones: ‘Kramer contra Kramer’ (1979), como actriz de reparto, ‘La decisión de Sophie’ (1982) y ‘La dama de hierro’ (2012), como mejor actriz. Sin duda hubiese merecido ganar en otras ocasiones, pero la competencia es siempre encarnizada y en esto de los premios solo puede haber un vencedor, nos guste o no el elegido. De hecho, el año en que ganó Meryl por 'La decisión de Sophie', bien podría haberlo ganado también Jessica Lange por su inolvidable caracterización como la indomable actriz de los años 30, Frances Farmer (que ya comentaré en otra ocasión). En apenas 15 días sabremos si Meryl iguala el récord hasta ahora imbatido de Katharine Hepburn (4 Óscars). Sin embargo, lo tiene difícil, ya que todas las quinielas apuntan como favorita a Cate Blanchett (que también me encanta) por 'Blue Jasmine' de Woody Allen, ya que está acaparando casi todos los premios de 2013, entre ellos los más prestigiosos, el Globo de Oro -drama- y el BAFTA). Además, Cate sólo tiene un Óscar como mejor actriz secundaria ('El aviador') y eso fue en 2004, y en cambio Meryl obtuvo su último Óscar hasta la fecha en 2011 por su genial caracterización de una Margaret Thatcher decrépita y enajenada. Dicho esto, y contra todo pronóstico, Meryl sigue siendo mi elección, se merece un cuarto Óscar: su histriónica interpretación como la amarga y dañina matriarca Violet Weston es, una vez más, un verdadero despliegue de toda su artillería como actriz dramática.
Volviendo al argumento de 'Agosto', supe desde el principio que me gustaría la película, y eso que ni siquiera había oído hablar de la obra teatral original que en 2008 le valió un Premio Pulitzer a su autor, el dramaturgo y actor, Tracy Letts. De hecho, acabo de leer que Tracy obtuvo hace escasos meses un Tony Award a mejor actor por su papel protagonista en una nueva versión teatral de 'Who's afraid of Virginia Woolf?' (Edward Albee, 1962). Curiosamente, el corrosivo duelo dialéctico que sostienen, nada más empezar el film, Violet y su marido Beverly (un fugaz pero clave Sam Shepard cuyo fantasma planea sobre todo el clan hasta el final), me recordó aquella titánica, memorable batalla entre otra pareja autodestructiva, Elizabeth Taylor y Richard Burton, también al principio de 'Quién teme a Virginia Woolf?' (Mike Nichols, 1966). Si bien la interpretación de Meryl puede parecer a veces sobreactuada (a la gran Bette Davis algunos detractores también le solían reprochar su excesivo manierismo...), esto se debe sin duda al origen teatral de la obra y por tanto me parece justo insistir en que la veterana actriz está simplemente magistral encarnando a esta madre rabiosa, dura como el pedernal, enferma y adicta a las pastillas que se pasa toda la película despotricando y escupiendo veneno por la boca, donde de hecho anida el cáncer que la está matando. Palabras como decadencia, decrepitud, desidia surgen en mi mente al ver a Violet, que bien pudiera ser un personaje sacado de alguna obra de Tennessee Williams, aunque por momentos también me recuerda a la Bernarda Alba de Federico García Lorca (eso sí, más actual y a la americana), pero igualmente vestida de negro y tan inflexible y despótica como ella. Y aún así, cuanto más odiosa debería sernos esta mujer que por momentos nos parece que no debiera haber sido madre, más vulnerable se muestra ella frente a la cámara. Porque es obvio que Violet sufre, física y emocionalmente y por ello despierta mi compasión, sobre todo en los momentos en que se quita la peluca y se mira al espejo para contemplar, más allá de los estragos de la enfermedad y la edad, a la extraña criatura en la que se ha convertido, irreconocible incluso para sí misma. O cuando, al volver del funeral de su marido, hace parar el coche y se echa a correr torpemente por los agostados campos de Oklahoma, dando tumbos hasta caer exhausta y desorientada. En ese preciso instante es cuando quizás Bárbara, su hija mayor y blanco de gran parte de los ataques viperinos de su madre, es capaz de verla ya no como una bruja despiadada, sino como la niña inocente que fue. Y se da cuenta de que la amargura y la crueldad de la implacable verborrea de Violet solo pueden provenir de las heridas abiertas que yacen en su corazón.
Quizás el registro de Julia Roberts sea limitado, pero es una actriz que me gusta, no sé, quizás sean las caras que pone, su rostro de una belleza inusual. Debo admitir que me cae simpática y me alegro mucho de que le dieran un Óscar por su papel en Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000). Aunque de eso hace ya bastante... En 'Agosto', su interpretación me parece muy loable, dándole una buena réplica a la excelsa Streep. Sin embargo, no sé hasta qué punto su personaje contiene la carga dramática necesaria para merecerse el Óscar a mejor actriz de reparto. Por otro lado, reconozco que la cosa está reñidísima y si de mí dependiera a quién otorgar el premio, antes que a ella se lo daría a Sally Hawkins ('Blue Jasmine'), Lupita Nyong'o ('12 años de esclavitud') o Jennifer Lawrence ('La gran estafa americana') -no he visto 'Nebraska' y no puedo opinar sobre la interpretación de June Squibb. En 'Agosto' Julia encarna a la hermana mayor, la favorita de sus padres por ser la más inteligente, la que tenía talento, la que debía triunfar. Sin duda mucha presión para ella y se alejó para poder vivir su propia vida. Sin embargo, ahora que su padre ya no está y vuelve a la casa familiar para darle, muy a su pesar, apoyo a su dominante madre, no le queda otra que enfrentarse a sus propios demonios. A medida que sube el tono de las discusiones (también con su marido, hija y hermanas) y se eleva el nivel de tensión, Bárbara entiende no sin asombro que es quien más se parece a su progenitora y que quizás esté inexorablemente abocada a heredar el cetro de reina malvada, al descubrir toda la 'mala leche' que es capaz de mostrar si la circunstancia lo requiere, sobre todo ahora que su matrimonio hace aguas. Al final resultará que es cierto aquello de que no podemos evitar que las historias se repitan, que reproducimos modelos y patrones de conducta...
Por otro lado, Julianne Nicholson está muy bien en el papel de Ivy, la hermana pequeña, obediente, tímida y hasta demasiado buena. Es aparentemente la más sacrificada de las tres hermanas, al ser ella la única que se ha quedado a vivir por la zona. Parece cariñosa, melancólica y carente de carácter y ambiciones, por lo que es fácil deducir que su madre apenas si la tiene en cuenta, por más que sea la única que se ha preocupado por sus padres durante los últimos años. Por lo demás, es un personaje que por su naturaleza deja bastante indiferente. Personalmente, encuentro que la historia de que Little Charles (estupendamente interpretado por Benedict Cumberbatch) no sea primo sino medio hermano de las tres Weston es rizar demasiado el rizo. No hacía falta complicarle aún más su relación con Ivy, ya 'difícil' de por sí: a los ojos ajenos, claro está, porque ellos están muy enamorados y dispuestos a desafiar a cualquiera. Al final, me quedé con la duda de saber si esa noticia de última hora, ese jarro de agua fría pone fin al incipiente amor (ahora más incestuoso que nunca) surgido entre los dos buenazos del clan. Quizás no del todo...
Cuando aparece en escena una tardía Karen (la hermana mediana), lo primero que pienso es que me alegro mucho de volver a ver a Rachel Griffiths en la gran pantalla. Sin embargo, al cabo de unos minutos me ilumino y me doy cuenta de que no es ella, ¡sino Juliette Lewis! Hacía años que no se la veía en cine y qué bueno que John Wells la haya recuperado para la gran pantalla. Está guapísima en el papel de la hija díscola y casquivana, que aparentemente explota su privilegiado físico para paliar la capacidad intelectual de la que supuestamente carece. Viendo el desprecio con el que Violet sencillamente ignora a su segunda hija, podemos imaginarnos cómo debió de ser su infancia y, peor aún, su adolescencia, a la sombra de Bárbara la lista y de Ivy la obediente. Me gusta ver a Juliette encarnar a este personaje a la vez cándido y voluptuoso que, a todas luces, es la más frágil de las tres hermanas. De alguna manera me hace pensar en Marilyn Monroe, o por lo menos en la imagen que a menudo se proyectaba de ella. Porque al igual que pasaba con Norma Jean, intuimos que Karen es mucho más que esa fachada de chica sexy. Detrás de esa fingida actitud risueña y superficial que raya la necedad, presentimos que se esconde un alma mucho más sensible que arrastra una autoestima por los suelos y que está pidiendo a gritos que alguien la quiera tal y como es ella.
Además de unos efectivos Ewan McGregor y Abigail Breslin (irreconocible, pero sí, es la niña mimada y pizpireta de 'Little Miss Sunshine') como marido separado e hija adolescente de Bárbara, vale la pena también mencionar el papel de la hermana de Violet, la tía Mattie Fae (Margo Martindale), tan amargada y despreciativa como ella, aunque el desdén que muestra siempre que tiene ocasión hacia su marido Charles (Chris Cooper), pero sobre todo hacia su hijo Little Charles, no es tan agudo ni tan retorcido como la ponzoña del aguijón de Violet. No entraré a valorar los motivos del resquemor de Mattie Fae hacia su propio hijo, nacido de su vientre, pero sí no deja de ser irónico que sea Charles quien defiende y quiere de verdad a Little Charles (la película nos da varias muestras de ello) cuando en realidad no es su verdadero padre y seguramente hasta lo sabe, igual que Violet. De todos modos, a esta alturas tenemos claro que el roce hace el cariño y que los lazos de sangre no garantizan la fuerza del afecto.
Desde luego cuando terminó la película no pude dejar de suspirar, aliviado, al pensar que al fin y al cabo las disfunciones que puede haber en mi propia familia no son nada comparado a las de los Weston y que en todas partes se cuecen habas... Pero claro, esto es cine (o más bien, teatro) y en la realidad me atrevo a decir que solemos acallar muchos de nuestros pensamientos negativos, cuando los tenemos, en aras de una convivencia civilizada, pero también porque la compasión, la ternura o incluso la lástima a menudo prevalecen sobre la crueldad y la falta de sentimientos.
Nota: para los amantes de dramas familiares hollywoodienses, aprovecho para recordar algunas películas de los 80-90 que tengo en mente y cuyo argumento giraba también en torno a las difíciles relaciones entre varias hermanas y/o entre padres e hijos: 'La fuerza del cariño' (James L. Brooks, 1983), 'Crímenes del corazón' (Bruce Beresford, 1986) o 'Marvin's Room' (Jerry Zaks, 1996).
Además de unos efectivos Ewan McGregor y Abigail Breslin (irreconocible, pero sí, es la niña mimada y pizpireta de 'Little Miss Sunshine') como marido separado e hija adolescente de Bárbara, vale la pena también mencionar el papel de la hermana de Violet, la tía Mattie Fae (Margo Martindale), tan amargada y despreciativa como ella, aunque el desdén que muestra siempre que tiene ocasión hacia su marido Charles (Chris Cooper), pero sobre todo hacia su hijo Little Charles, no es tan agudo ni tan retorcido como la ponzoña del aguijón de Violet. No entraré a valorar los motivos del resquemor de Mattie Fae hacia su propio hijo, nacido de su vientre, pero sí no deja de ser irónico que sea Charles quien defiende y quiere de verdad a Little Charles (la película nos da varias muestras de ello) cuando en realidad no es su verdadero padre y seguramente hasta lo sabe, igual que Violet. De todos modos, a esta alturas tenemos claro que el roce hace el cariño y que los lazos de sangre no garantizan la fuerza del afecto.
Desde luego cuando terminó la película no pude dejar de suspirar, aliviado, al pensar que al fin y al cabo las disfunciones que puede haber en mi propia familia no son nada comparado a las de los Weston y que en todas partes se cuecen habas... Pero claro, esto es cine (o más bien, teatro) y en la realidad me atrevo a decir que solemos acallar muchos de nuestros pensamientos negativos, cuando los tenemos, en aras de una convivencia civilizada, pero también porque la compasión, la ternura o incluso la lástima a menudo prevalecen sobre la crueldad y la falta de sentimientos.
Nota: para los amantes de dramas familiares hollywoodienses, aprovecho para recordar algunas películas de los 80-90 que tengo en mente y cuyo argumento giraba también en torno a las difíciles relaciones entre varias hermanas y/o entre padres e hijos: 'La fuerza del cariño' (James L. Brooks, 1983), 'Crímenes del corazón' (Bruce Beresford, 1986) o 'Marvin's Room' (Jerry Zaks, 1996).
...si si en todas las casa se cuecen habas y en algunas con chorizo :-P
ResponderEliminarLas 3 hermanas me recuerdan a otras 3. Aunque por suerte ellas se llevan muy bien.
ResponderEliminarQuina raó que tens! Aquesta pel·li et fa relativitzar i conformar amb els daltibaixos familiars. Sempre hi ha casos pitjors, oi?
ResponderEliminarEnhorabona, maco pel blog. M'encanta com escrius.
Gràcies pels vostres comentaris, Teresa, Nath i Esther! Sens dubte, una gran pel·lícula!
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