A caballo entre 'Atracción fatal' y 'Durmiendo con el enemigo', la última película de David Fincher es un correcto thriller que vale la pena ser visto, ya que tiene una buena dosis de intriga policíaca y drama psicológico. Ahora bien, en mi opinión, se queda algo corta al lado de la calidad de otros títulos memorables de la filmografía de un curtido director de thrillers, como 'Se7en' (1995), 'Zodiac' (2007) o incluso 'La habitación del pánico (2002)... (sigue)
La primera media hora del film decepciona un poco, le falta chispa y a pesar de que el director intenta crearnos dudas acerca de la implicación del marido en la desaparición de la bella y perfecta esposa, la verdad es que Ben Affleck aparece todo el tiempo en la pantalla más bien como un mero 'calzonazos' (un poco 'capullo' y pusilánime, eso sí), por lo que en ningún momento me trago que él pueda haber asesinado a la 'asombrosa' Amy.
Además, desde un principio Rosamund Pike guarda un sospechoso parecido físico con la Rebecca de Mornay de 'La mano que mece la cuna' (o sea, una 'cabrona' desquiciada de mirada inquietante), lo que no ayuda en nada a evitar la rápida maniqueización de la pareja protagonista. Dicho esto, a partir del momento en que Amy empieza a tomar protagonismo la cosa se pone interesante, pero más por el morbo de descubrir hasta dónde es capaz de llegar la naturaleza vengativa de una mujer desequilibrada, engañada y desencantada con su matrimonio que por la propia intriga del guión que, de repente, parece esfumarse de un plumazo. Sin ser ningún experto en la materia, en mi opinión salta a la vista que no se trata de un guión original, sino de la versión cinematográfica de la homónima novela de Gillian Flynn, adaptada por ella misma.
Hasta me atrevería a decir que este es un producto Fincher 'por encargo' y de ahí que diste de ser una película redonda porque le falta alma. La historia pierde fuelle por momentos, hay elementos que parecen importantes y no acaban de cobrar consistencia o quedan simplemente desaprovechados. Por otro lado, si no fuera porque la autora es de sexo femenino, uno hasta podría pensar que se trata de un alegato que roza lo misógino, en defensa de esposos manipulados e injustamente acusados de violencia machista en el ámbito doméstico, demonizados por la presión social y mediática (Toni Cantó debería verla...). Eso sí, 'Perdida' también reflexiona, aunque sea de manera algo superficial, sobre la búsqueda del éxito social y un estatus económico a cualquier precio en un mundo a menudo excesivamente pragmático, plástico y materialista. En fin, la película tampoco está mal, disfruté viéndola, pero el tráiler en 'Días de Cine' prometía más...
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